En los últimos años el término ‘startup’ (empresa emergente) se ha puesto muy de moda y es común que muchos medios de comunicación lo utilicen sin saber muy bien que significa. Al mismo tiempo, existen muchas compañías que se lo apropian para parecer más interesantes o captar la atención de los periodistas o sus potenciales clientes.
¿Cómo saber si una empresa es una startup o no? ¿Cómo separar el grano de la paja? Hay varios aspectos o elementos que pueden orientarnos.El primero de ellos hace alusión a la vida de esas compañías. Por definición, una startup es una compañía joven, que no cuenta con muchos años de experiencia a sus espaldas. No hay un límite de tiempo establecido para dejar de serlo, pero es revelador saber que solo 2 de cada 10 startups superan los 5 años de vida y supera el llamado ‘valle de la muerte’.¿Se puede ser una joven empresa sin ser una startup? Por supuesto que sí. Hay muchas pymes que tienen poco recorrido y lo son. En este caso, hay otra cosa que las diferencia. Desde su creación, la startup es concebida para tener una gran escalabilidad, es decir, contar con un crecimiento exponencial en poco tiempo.En este sentido, hay un modelo de rondas de financiación a las que aspiran los emprendedores cada cierto tiempo, para dar grandes empujones a sus proyectos. El objetivo es ir consiguiendo más dinero en cada ronda para mejorar la tecnología, ampliar plantilla, abrirse a otros mercados, etc y aumentar su valoración también de cara al exterior.Por supuesto, el término ‘startup’ está asociado al mundo tecnológico. Así que las empresas emergentes, para serlo, deben presentar alguna disrupción o abrazar modelos basados en lo digital o lo móvil. El componente de innovación debe estar presente en ellas de alguna manera, aunque su negocio suponga imitar otro ya existente.
La agilidad para tomar decisiones, otro aspecto diferencial
A diferencia de las empresas tradicionales o las pymes, las startups trabajan con procesos ágiles, que les llevan a tomar decisiones y realizar cambios en poco tiempo para adaptarse a lo que demandan sus clientes o el mercado. Esto puede llevarlas a cambiar completamente su ámbito de actuación o modelo de negocio, algo impensable en una pyme.Por otro lado, una startup es una compañía que se financia principalmente mediante capital privado, es decir, que no ha salido a bolsa o presentado una Oferta Pública de Venta. Cuando una empresa emergente pisa el parquet y comienza a cotizar, dejaría de ser considerada startup ipso facto.De la misma forma, algo parecido podría ocurrir cuando hay una startup que es adquirida por un gigante corporativo o se produce una fusión. A partir de ese momento, pasa a tener otra categoría y ser una mera división de una gran empresa, pese a opere con cierta independencia u opere con los mismos procesos que antes.Si te ha quedado alguna duda, puedes echar un ojo al libro ‘The Startup Way’ de Eric Ries. Este autor identifica 5 aspectos inherentes a las empresas emergentes: la innovación permanente, la agilidad a la hora de actuar, la exploración continua de nuevos modelos de negocio, la reinvención en algún momento de su historia y la transformación constante.