Desde hace unos pocos años a esta parte el vocablo “innovación” está en boca de todos. Cómo sucede con todos los temas que se convierten en moda de management, la innovación está siendo vapuleada en todos los sentidos. La innovación, por la tendencia a confundirla con I+D, todavía más ya que a los tradicionales gurús del management ahora se han sumado los políticos, que han asumido que la única forma de luchar contra la fuga de puestos de trabajo hacia países con mano de obra más barata es invertir en I+D (que es a lo que se refieren la mayoría de las veces cuando hablan de innovación).
Este tratamiento tan superficial de la innovación está contribuyendo a abonar el campo para lucimiento de los más escépticos. Por ahora, y de momento, gracias a casos como Google o Apple los inno-escépticos lo tienen complicado. Pero si seguimos desvirtuando lo que es la innovación, confundiéndola sin piedad con I+D, tratándola superficialmente y presentándola como la cura para todos los males, flaco favor nos estamos haciendo. La innovación, en el contexto de la empresa, debe ser tratada como una capacidad más – igual que la planificación, el marketing, o el análisis de riesgos – que cada vez debe adquirir un papel más preponderante. Así como las empresas tienen sus departamentos de planificación, de marketing o de análisis de riesgos, en el futuro deberán tener un departamento de innovación. Pero, ¿cuál debe ser el rol de este departamento? Pues bien, en nuestra opinión el rol del departamento de innovación debe ser el de definir la estrategia y los procesos de innovación de la compañía y luego el de definir e implementar los mecanismos más adecuados para conseguir la involucración de todos los recursos de la organización en los procesos de innovación. Es decir que el departamento de innovación debe tener el rol de definir y activar, no el de innovar propiamente dicho. Esto representa una diferencia sustancial con la mayoría de los departamentos funcionales que existen hoy en las empresas. Por ejemplo, el departamento de marketing define la estrategia de marketing y luego se ocupa de bajar dicha estrategia a detalle, convirtiéndola en campañas publicitarias específicas, promociones, etc. En cambio, el departamento de innovación no tiene por función innovar en la empresa, sino el crear los procesos adecuados para conseguir máxima participación de todos los empleados y luego “activar” a los mismos para que participen y contribuyan a la innovación. Para definir los procesos y mecanismos que deberán hacer posible la innovación en la empresa, el departamento de innovación debe concentrarse en tratar los TRES TEMAS CLAVE de la INNOVACIÓN:
- Cómo conseguimos aumentar la cantidad de innovaciones;
- Cómo conseguimos aumentar la tasa de éxitos con respecto a proyectos de innovación comenzados y;
- Cómo aumentar el impacto de las innovaciones exitosas.
Para definir cómo encarar y dar respuesta a cada uno de estos temas existe una amplia base de investigación académica de primer nivel que ha definido las “teorías” que rigen la innovación. Si, la innovación, al igual que la mecánica de fluidos, tiene una serie de teorías que rigen causa y efecto en diversas circunstancias. Si somos capaces de entender cual es la teoría que aplica a cada circunstancia seremos capaces de remover – o al menos minimizar – el “azar” de la innovación y así multiplicar sus efectos positivos. A cómo dar respuesta a cada uno de los TRES TEMAS CLAVE de la INNOVACIÓN aplicando las teorías adecuadas a cada circunstancia nos referiremos en próximas entradas de este Blog.