Autor: Patricio Hunt, Managing Partner de Intelectium
La realidad es extremadamente compleja y hay muchas fuerzas en juego, pero a base de simplificar un poco dicha complejidad, intentaré dar mi punto de vista alcanzando una respuesta concreta.
Para empezar, es verdad que estamos enfrentados a un cambio de ciclo económico muy importante. La combinación de fuertes estímulos económicos como consecuencia de la Pandemia, y la guerra en Ucrania, han resultado en un doble shock de demanda que, por una parte, ha producido un faltante de oferta y cuellos de botella en las cadenas de producción y, por otro lado, un fuerte aumento de los precios de los commodities y la energía.
Este contexto genera que los precios suban más allá de lo que hemos estado acostumbrados las últimas décadas en los mercados desarrollados. Cuando la inflación se dispara a niveles tan altos, los precios relativos de la economía se distorsionan, ya que algunos cambian muy rápidamente (los alimentos, por ejemplo) y otros más lentamente (los salarios). Esto deja ganadores y perdedores en la economía y genera conflictos sociales que pueden llegar a tener graves consecuencias en términos de crecimiento. Por ello, los economistas han llegado a la conclusión de que lo saludable es que la inflación no supere el umbral del 2%. Para que ello ocurra, los bancos centrales deben actuar subiendo las tasas de interés, y el riesgo de ello es que las suban a un ritmo tal que paralicen el crecimiento y suman a la economía en recesión.
Pero esto no queda solo aquí, en el contexto actual hay otro temor… y es que el aumento de las tasas no logre contener la inflación (debido a que los precios de la energía tienen otros drivers) por lo tanto, y simultáneamente, entremos en recesión. Esto técnicamente se llama estanflación y no ocurre desde los años '70. Es difícil pronosticar si ello va a pasar o no… por lo tanto, existe incertidumbre y ante ella se aceleran ciertas decisiones (flight to quality) y, se frenan otras (inversiones), y como resultado las economías se ralentizan. Es decir que, se mire por donde se mire, estamos abocados a un entorno de menor crecimiento o directamente recesión, eso es claro.
¿Cómo afecta esto a las startups?
Lo primero en términos macroeconómicos es que, al bajar las bolsas, los inversores institucionales ven mermadas porcentualmente estas inversiones en sus portafolios, y por tanto y sin quererlo tienen más inversión en activos alternativos en sus carteras de lo que habían previsto… Con lo cual se paralizan las inversiones en activos alternativos, como por ejemplo el capital riesgo, porque sin proponérselo han quedado sobre-expuestas a estos activos. Ergo, será mucho más difícil levantar nuevos fondos de capital riesgo en los próximos años. Ello por sí solo provoca que los VCs se vuelvan mucho más selectivos a la hora de invertir, porque solo una muy buena performance les permitirá levantar más dinero más adelante.
Además, como esperan que las economías se ralenticen, todos miran con mucho más escepticismo las proyecciones financieras de los emprendedores… Y eso provoca que las startups tengan las mejores cuentas de explotación y los mejores balances, sean las que van a ser priorizadas en sus decisiones de inversión.
Por ello, VCs como Sequoia están trabajando con sus emprendedores top en una combinación de ajustes de costes y consecución de capital al precio que sea (es decir deuda a tasas más altas o capital a valoraciones más bajas de lo que estaban). Y esto es lo que deberían estar haciendo ahora mismo todas las startups, es decir prepararse para lo peor, estirando al máximo posible sus "runways" para pasar sin necesidad de capital los próximos varios meses negativo que nos esperan próximamente.
La buena noticia para las startups es que los VCs han levantado mucho capital hasta hace bien poco, cuando éste abundaba en los mercados, y en la mayoría de los casos lo tienen que invertir en los próximos 4 o 5 años. Esto es muy positivo porque significa que aquellas startups que basan su crecimiento en buenos "fundamentals" no lo tendrán tan complicado para fondearse. Pero también es verdad que aquellas startups que se movían en el territorio del crecimiento a toda costa, independientemente de su capacidad de generar cash en el corto plazo, lo tendrán muy difícil para superar esta etapa.