Tengo que reconocer que el título pretende llamar la atención "Venture Capital: Financiación Pública vs Financiación Privada". En realidad no creo que la financiación pública pueda o deba competir contra la privada, simplemente las veo complementarias. La financiación privada está estructurada en base a las buenas prácticas, perfeccionadas en el tiempo, y dependen básicamente de la capacidad - aunque sobretodo de la experiencia - de analistas privados empleados en el contexto de empresas de capital riesgo. En cambio, la financiación pública es un terreno más resbaladizo, en el que hay importantes oportunidades de mejora.Sin embargo, antes de empezar a sugerir mejoras, me gustaría dejar claro aspectos importantes del sistema imperante en España. El primero de todos es que existe un sistema de promoción a la creación de empresas innovadoras y al desarrollo de nuevas tecnologías. El sistema funciona y hasta el momento, en el curso de mi trabajo, me he encontrado con funcionarios de primera línea, que a más de una empresa privada les gustaría tener entre sus cuadros gerenciales. En particular, hay que reconocer que el CDTI y ENISA están haciendo un trabajo muy encomiable.Desde luego, todo es mejorable y ante la pregunta de cómo debería enfocarse la financiación pública orientada a promocionar la creación de empresas y tecnologías innovadoras para extractarle el mayor beneficio social, me gustaría sugerir algunas ideas.Las primeras están relacionadas con el mecanismo escogido por organismos como los antes mencionados CDTI o ENISA. Actualmente, ambos organismos, luego de pormenorizados análisis, deciden invertir en empresas innovadoras través del mecanismo de préstamo participativo. Si bien este instrumento tiene ventajas – sobretodo cuando los startups van mal – también tiene una clara desventaja si las inversiones finalmente salen bien y las empresas prosperan. Una forma relativamente sencilla de mejorar esto es copiar lo que hacen las empresas de capital riesgo de algunas cajas: agregarle al participativo una opción de compra de acciones a una valoración pactada de antemano. Esto tendría dos efectos positivos: a) le daría al estado un “upside” positivo si las cosas van bien (que luego podría aprovecharse para reinvertir en otros nuevos emprendimientos) y b) limitaría las ambiciones de los emprendedores a pedir el máximo posible… ya que si el préstamo está sujeto a conversión estarán más que incentivados a pedir el mínimo necesario a fin de no tener que ceder un porcentaje muy alto de acciones. Esto debería ser extensible a todos los préstamos para la innovación y el desarrollo tecnológico que concede el estado y las autonomías.Tengo dudas, por otra parte, de la efectividad de programas como el Plan Avanza. Para comenzar, estos programas funcionan en general con bases y criterios más complicados, difusos y ambiguos. Ello complica mucho la interpretación, por parte de las empresas, acerca de lo que es y lo que no es financiable. Además, los organismos que administran estos programas interactúan muy poco con las empresas. Esto no es bueno porque se pueden dar casos de proyectos atractivos que, por el estadio temprano en que se encuentran, no están del todo bien enfocados en lo que solicitan o cómo lo solicitan, pero con pequeños cambios en la estructura de la solicitud, podrían convertirse en proyectos mucho más atractivos y – por consiguiente – financiables. Como positivo, rescato que el Plan Avanza promueve la presentación de proyectos en que intervengan las universidades contribuyendo con recursos de investigación. En el lado negativo, hay rigideces en la interpretación y formalización de estas alianzas o consorcios, que podrían ser fácilmente subsanables si los organismos que aprueban estas ayudas tuvieran un rol más interactivo con recursos acorde. No tiene demasiado sentido que un proyecto no se apruebe porque el convenio con la universidad es de un tipo y no de otro. Si el proyecto es atractivo hay que sentar a la mesa a la empresa y la universidad y fomentar que formalicen los acuerdos con el formato que desea la administración… que por otra parte suponemos que se exigen de esa forma porque está analizado que es la mejor práctica por motivos que surgen de rigurosos estudios de impacto y rentabilidad.Por último, me parece loable la iniciativa de ENISA de canalizar fondos públicos hacia entidades de venture capital privadas administradas por profesionales experimentados. Es una de las mejores cosas que puede hacer el estado para fomentar la creación de empresas innovadoras. El mayor problema que enfrenta España hoy en día en el ámbito de la creación de empresas innovadoras es que el venture capital es escaso frente a la gran cantidad de proyectos existentes. Esto es más acuciado en momentos como el actual. De allí que la intervención del estado a través de organismos como CDTI y ENISA, aunque con las debilidades expuestas, es una iniciativa notable para complementar el dinero privado que se canaliza a este tipo de actividades. Pero, el gobierno habría de plantearse cómo maximizar la cantidad de dinero que se canaliza hacia el venture capital, particularmente en los estadios que se denominan “early stage” y “development stage”. Para hallar la respuesta no hay que ir muy lejos, solo hay que ver los resultados de la “Enterprise Investment Scheme (EIS)”. La EIS ha levantado casi £6.3 billones, los que han sido invertidos en 14,500 pequeñas compañías. A su vez, los análisis econométricos realizados el desempeño de estas compañías arrojan resultados positivos en todas las variables clave como ser el desarrollo de capacidades (crecimiento de activos fijos e incremento del empleo), la mejora de productividad y la mejora de los beneficios.Es clave para el desarrollo de nuevas empresas innovadoras en España que el gobierno avance en la implementación de esquemas de desgravación fiscal similares al EIS en UK o a los introducidos por la “Loi pour l’initiative économique” en Francia.